miércoles, 27 de enero de 2010

capítulo 00: Prólogo

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Prólogo


Bienvenidos a mi mundo.
El precioso planeta tierra, el llamado “planeta azul”. Un mundo hermoso, con cientos de especies de animales diferentes, y otros cientos de especies de plantas, algunas aún por descubrir. Un mundo donde la armonía de la naturaleza impera, o eso dicen los filósofos…
En mi opinión, mi mundo es un mundo de tristeza, donde impera la ley de la selva. Comer o ser comido. Todo aquel que quiera lograr sobrevivir, debe destrozar la supervivencia de otros en el intento. ¿Por qué? Porque la materia no es eterna, y se encuentra en continuo cambio.
En mi mundo de materia y energía en continuo cambio hay un parásito. Apareció como uno más, exigiendo su derecho en mi mundo, y empezó a cambiar, transformarse, y a cambiar y transformar mi mundo. Ese parásito es el ser humano. El ser humano y su inteligencia.
La inteligencia del ser humano es una condena. Sin su inteligencia serían iguales, pugnarían por sobrevivir, y vivirían una vida plena y pura, gracias a sus instintos. Y, sin embargo, se empeñan en aprender, más y más, en experimentar, conquistar, y perecer en el intento. Cientos y cientos de humanos, muriendo uno tras otro, tras haberle arrancado un poquito a mi mundo.
Lo único que les hace la inteligencia es hacerles conscientes de sus actos, y volverlos más malvados. Soñadores y pacifistas, estáis en vuestras camas calentitos, porque otros han trabajado para ello, y otros han muerto antes intentando conquistar el lugar donde dormís, y así eternamente. Esos son los buenos a medias, los que no pretenden hacer el mal, pero lo hacen igual.
Su mal y su bien no son más que conceptos de su propia burda inteligencia. ¿Por qué regalar un caramelo a un niño está bien? Porque, para los humanos, a alguien le reporta beneficios. Pero, a mi mundo, ¿eso qué le hace? Para mi mundo no supone ninguna evolución hacia una convivencia mejor, ni más belleza y riqueza. No le hace nada, por eso en mi mundo el bien y el mal sólo existe para los humanos.
Los seres humanos son despiadados. Siguen a aquellos que consideran líderes, porque piensan que así se sentirán protegidos, y desprecian a los que son diferentes, porque simplemente no los comprenden. Ese terror irracional a lo desconocido no es más que una rabieta infantil. Un obstáculo en el camino de evolución de mi mundo.
Y ahora, a parte de no contribuir en nada a la evolución de mi querido mundo, lo están destruyendo. Con sus propias manos, paso a paso, aportando su granito de arena al reloj del tiempo que marca la vida de su tierra.
Cuando el reloj se llene, reventará. Y con él, mi mundo desaparecerá.
Por eso, por eso, el ser humano debería ser destituido de su puesto en mi mundo. Sin él, todo sería mejor. Sería tan fácil como una catástrofe similar a la del a extinción de los dinosaurios.
Pero por qué.
¿Por qué Ella no quiere?

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